sábado, 24 de septiembre de 2016

TU CIELO O TU INFIERNO

 “De la abundancia del corazón, hablan los labios”. Una sentencia de tono proverbial y de profundo contenido. Nos advierte que aquello que abunda en nuestro interior, tarde o temprano, con menor o mayor frecuencia, se reflejará en nuestras expresiones, en nuestras conversaciones y, como puede esperarse (aunque la frase no lo explicite), en nuestros actos. 




Las redes sociales son famosas por los cartelitos, todos en algún momento hemos tomado frases y hemos querido “ terapiar” a las personas con nuestras publicaciones, aunque algunas veces tan solo publicar una frase bonita que nos impactó y que traemos a nuestro muro para recordarla, para tenerla cerca, para repetirla, para aprenderla.

He encontrado el terrible problema y que hablando con algunos amigos, también les ha pasado a muchos, y es que cuando publicas algo, alguno de tus contactos se lo toma para sí o lo considera una indirecta.  Cuanta vanidad ¡¡

Una vez le pregunte a un pintor?  Tu para quien pintas?  Me miro sorprendido.  Tardo, yo diría que mucho, y me respondió: Para el público, por supuesto, para quien mira mis pinturas ¡¡

Mentira.  Pinta para si mismo, para su propia aceptación, se reta y quiere hacerlo siempre mejor y está terminada la pintura, cuando llena sus propias expectativas.  Lo mismo ocurre con el escritor.  Escribe para si mismo y de si mismo, de lo que tiene adentro y necesita sacar afuera.

Y ahora bien.  En uno de tantos cartelitos de Facebook, me encontré:

"Si sufres es por ti, si te sientes feliz es por ti, si te sientes dichoso es por ti. Nadie más es responsable de cómo te sientes,  sólo Tú y nadie más que Tú.  Tú eres el infierno y el cielo también".
OSHO.

Por eso es que antes de “romper un silencio”  piensa, usa tu cerebro por un momento y si lo que vas a escribir no es mejor que tu silencio, mejor porqué no te callas, cómo diria el Rey Juan Carlos.

Cuantas personas terminan por distorsionar su imagen, por lo que escriben, por lo que publican y aquí viene la aplicación de la frase que mencioné antes, es su infierno y no todas las personas estamos interesadas de participar en él, y si es mucho el dolor y su resentimiento, mayor debería ser su silencio.

Porque el cielo y el infierno no están después de la muerte, están en el día a día, y si no sabes qué rayos te importa, por qué lo quieres y qué harás con eso en tu vida, no dudes que tendrás esos minutos tan miserables a los que se les llama desdicha. En cambio, si quieres conocer el paraíso, empieza practicando con mantener firme lo que piensas, lo que dices y ocúpate de que así sea como vivas. Vive conscientemente, de ti, y no contradigas con tus acciones aquello que sabes que te importa, porque nadie va a dejar de lado su propio camino para venir a alegrarte la vida.
Cada quien vive con dolor, su propio infierno
y carga sin clemencia con pesadas losas
como castigo leve, o infernal pesar eterno
dentro de su alma atrapado, en cuevas tenebrosas.
Son tropiezos, son caídas, es bajar los escalones,
es renunciar, es sufrir, es vivir un inframundo
es llegar al fondo sin querer dejar nuestro errores,
es quedar atascado en el lodo del pecado, en lo profundo.
Caer al foso hiriente de la angustia, depresión, de la tristeza,
rendirse al egoísmo, el orgullo, la codicia,
es perderse entre las llamas de placeres y pereza,
es ambición, es ira, hacer el mal, no tener conciencia.
Vivir en el averno incinerante de los celos,
estar perdido entre recuerdos que atormentan,
entre el llanto, penas, culpas y lamentos,
vanidades, excesos que te queman y atormentan.
Es quedarse, no intentar, acostumbrarse,
dejar de luchar, y no querer salir del fuego eterno,
es a los pies de tus demonios arrojarse,
y crear, o vivir, día a día, tu propio infierno.”
Manuel Francisco Montalvo Romero

Y para terminar, yo escribo para mi, de mi, por mi, y si alguien me lee y  se siente aludido, es su cielo o su infierno, escribo porque quiero y puedo y dejaré de escribir el día que quiera y ese día aún no ha llegado.

Rebeca.



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