A casi un mes del gran encierro.
No sé si tenga que ver con algo, pero desde que empezó todo ésto mis ojos andan irritados y he tenido que recurrir a gotas de lagrimas artificiales, con tantas que me he guardado para alguna ocasión especial, ahora recurro a las artificiales. Me dicen que es por el encierro, no lo sé, es muy molesto.
Hoy recordé algunas peliculas sobre la situación que hoy vivimos, y parecia todo tan lejano, tan inverosimil , pero no.
Ya nos lo habían
anunciado. El cine, la literatura, el
arte, nos habían hecho un pequeño adelanto de lo que nos podía suceder y
atinaron con una precisión abrumadora.
Películas
sobre contagios masivos como: Contagio, 12 monos, Estallido, Soy Leyenda (esa
me encantó, con Will Smith), Tren a Buzan, 28 días después y tantas otras que
en algunos casos, los escritores, artistas y cineastas imaginaron
improbables ficciones y que se han convertido en realidades plausibles.
Algunos escritores como Michel
Houellebecq han
ambientado en paisajes pos apocalípticos algunas de sus novelas, como Plataforma (2001) o La posibilidad de una isla (2005),
además de fantasear con el fin de la civilización occidental en El mapa y el territorio (2010) o la
polémica Sumisión (2015). “¿Lo que insinuaba
entonces el escritor era que nos dirigíamos inevitablemente hacia una
hecatombe? “Es una posibilidad. Cuando visito un lugar nuevo, me pregunto si
logrará sobrevivir a la desaparición de la humanidad. Por ejemplo, si se
produjera una epidemia viral, provocaría un apocalipsis suave.
Lars von Trier: melancolía y
adivinación. Melancolía
vinculaba la depresión con el fin del mundo y reflejaba los distintos grados de
ansiedad que se apoderan del individuo cuando la muerte se convierte en algo
tangible. “Ante esa amenaza, el melancólico está sereno, porque lo que va a
suceder no hace más que confirmar su punto de vista. Quienes se preocupan son
los que no son melancólicos”
( me sentí desnuda antes esas afirmaciones.)
Steven Soderbergh: el virus
como enfermedad global. Contagio (2011),
convertida hoy en gran éxito de plataformas, streaming,
trataba de un virus ficticio llamado MV-1, transmitido de los murciélagos a los
cerdos y, de estos, a los seres humanos. Procedía, además, de China: una mujer
de negocios incubaba la enfermedad en Hong Kong y la exportaba, a su pesar,
hasta Estados Unidos, donde el contagio se extendía a miles de personas, lo que
obligaba a cambiar de modo de vida, provocaba disturbios y agitaba hipótesis de
conspiracionismo. Cualquier parecido con la realidad.......
Siento escalofríos.
M. Night Shyamalan: la
respuesta inmune del planeta, La película, cuyo título de
trabajo era The Green Effect, fue ridiculizada
tras su estreno, igual que ese científico que, en una de las secuencias
finales, advierte que la propagación de esta extraña enfermedad es similar a
las mareas rojas que producen algunas micro algas: un insignificante punto
morado que, poco a poco, acaba destruyendo todo un hábitat natural.
Ficción? Yo diría que fueron presagios, o por lo menos muy
cercano a ellos.
Otros que se acercaron con sus obras a la realidad que
vivimos, fueron: Mary Shelley: supervivencia y
diferencia de clase. El último hombre
(1826), Stephen King: contagio e irresponsabilidad
social. Su novela Apocalipsis, Dean R. Koontz: el virus que llegó de Wuhan.
Escalofriante es asomarse a Los ojos de la oscuridad, Emilio Bueso: silencio sepulcral en la ciudad.
Lo profético en el caso de Cenital, Elmgreen & Dragset: el museo como
hospital, Jordi Colomer: el hogar convertido en infierno, Christian Boltanski:
los cadáveres sin funeral, Okwui Enwezor: el optimismo histérico.
Los cineastas, escritores y
artistas lo predijeron en sus obras, ya vaticinaban entonces lo
que más nos atemoriza hoy: “La peor crisis es la incertidumbre”.
Pero recuerda que el peor apocalipsis siempre es el que
tiene lugar dentro de nuestras cabezas.
Rebeca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario