Marzo
31-2020
Día 7
Empieza a
hacer su trabajo el encierro. Bajita de
ánimo, yo que siempre fui tan “echada para adelante” como dice mi madre.
Es una
eternidad la bendita cuarentena.
Apenas
hace unos días yo sabía todo de mi vida.
Pensaba… mañana esto, la semana entrante tal cosa y la otra semana tal
otra. Tenía completo control de mis
cosas, de mi vida.
Ahora miro
por mi ventana y sin dejar de ver lo hermoso de tanta quietud, me angustio. Como cabeza de familia debo ser fuerte y
asegurar a mis afectos que todo estará bien.
Es noche,
el silencio abrumador del día es ahora sepulcral, se empiezan a apagar las
luces en las casas y solo quedan los faroles y la angustia del mañana arremete
fuertemente.
Necesito
un abrazo, pero no de cualquiera, un abrazo de alguien que de verdad me quiera
y que me diga que todo va a estar bien.
Extraño a mi nieto, sus abrazos, sus caricias.
Que
frágiles somos.
Leo las
noticias y no son alentadoras. Es casi
seguro que aumentarán las cuarentenas y se requerirá de nosotros una gran
resistencia emocional y física. La
tenemos?
En la frivolidad
de las redes veo que alguien se ganó un concurso de millones, que un deportista
se compró un auto de otros cuantos millones y de que la modelo aprovechó éstos días
para ir a los Alpes a tomarse fotos, en fin, cosas de éste mundo frívolo e
indiferente.
Entendemos
lo que está sucediendo?
Reconfortan
las llamadas de los amigos, esa charla virtual tan especial y tan cercana de tu
persona favorita, y ese comentario
alentador de algunos clientes que en algún momento valoraron tu trabajo.
Pero es
sólo una noche más, amanecerá y mañana será otro día lleno de promesas.
Dormiré si, pero
pensando en los días felices, los hermosos recuerdos, lo bonito de estar viva.
Rebeca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario