Abril 20 del 2020
He perdido la noción del tiempo, no sé que día es de la cuarentena, lo siento.
El encierro, un escenario perfecto para un escritor y para los que sin serlo, escribimos todo lo que nos llega a la cabeza, al corazón, directo a nuestros dedos.
He perdido la noción del tiempo, no sé que día es de la cuarentena, lo siento.
El encierro, un escenario perfecto para un escritor y para los que sin serlo, escribimos todo lo que nos llega a la cabeza, al corazón, directo a nuestros dedos.
Después de esto nada será igual y el futuro una
página en blanco.
Los
escritores en confinamiento están en su estado ideal, nada que hacer, las
mujeres nos refugiamos en los quehaceres de la casa, la jardinería, poner en
orden la ropa, los cosméticos, hacer ejercicio y experimentar con nuevas
recetas. Los hombres en la TV, el
celular, los amigos, y algunos ayudantes de las señoras que definitivamente ya
no saben qué hacer con ellos todo el día en casa. Los niños en su mundo.
Nos hemos
refugiado en la rutina, hemos huido hacia adentro.
Hoy,
nuestro presidente ha aumentado nuestro confinamiento hasta el 11 de mayo, lo
veíamos venir, en realidad no fue una sorpresa ni hubo lamentos. Así son las cosas.
Saldremos
cambiados de éste episodio, lo que no augura que seremos más buenos, simplemente
seremos más fuertes.
Hay tantos
temas para escribir ahora que no termino de decidirme por un tema.
Sin duda
me atrae uno entre muchos: La muerte, en lo que nos ha convertido su amenaza,
nos respira a todos en la nuca. La muerte y su guadaña no vino en barco como en
el pasado, ella llegó en avión y en VIP
Cuando
puedo salir al supermercado, una vez cada semana, miro la gente como maniobra en
una coreografía artística para esquivar a otras personas, miro sus atuendos y algunos dan
miedo. Me vi a mi misma luciendo prendas
que jamás usaría en público y ya no me importa si me quedan bien o si combinan. Todos, cada uno por su lado, emitiendo un
gruñido de saludo.
Históricamente, el distanciamiento físico ha sido una
estrategia de sobrevivencia para lidiar con los estragos de pandemias pasadas.
Este no es un castigo, ni una arbitrariedad jurídico-política, sino una
estrategia que, efectivamente, puede salvar vidas. Al presente, hay un distanciamiento físico,
pero no distanciamiento social. El estar repitiendo que estamos
distanciados socialmente puede producir desolación e invisibilizar el hecho de
que contamos con tecnologías (teléfono, plataformas cibernéticas, textos,
chateos, etc.) que viabilizan las relaciones sociales a distancia,
posibilitando la comunicación y la expresión de nuestros afectos.
El encierro debido a la pandemia nos confronta con el duelo
de la pérdida de esas expresiones rutinarias de nuestro deseo. No poder salir a
trabajar, a la escuela, al gimnasio, al cine, a cenar a un restaurant, produce
duelo. Así que todos, absolutamente todos, estamos en duelo. No podemos escaparnos o quizás sí, si
escapamos hacia adentro.
En mi interior recuerdo las cosas cotidianas, mis caminatas
en la mañana, mis amigos en el gimnasio, las compras con mis amigas, el almuerzo
con mis hermanas, en fin, esos recuerdos me ayudan a pensar que todo esto es un
mal sueño y que despertaré en cualquier momento.
Estoy en duelo.
Rebeca.
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