Marzo
22/2020
Domingo
silencioso.
Nunca
pensé que me tocaría vivir una cosa de éstas, una pandemia global, el covid 19
Hemos
empezado una cuarentena, casi que a nivel mundial y asusta, asusta mucho.
La gente
está silenciosa, yo escucho música suave por temor a ofender a mis vecinos, la
música siempre me ha ayudado en momentos difíciles.
Las
noticias locales no ayudan mucho al optimismo.
Ayer el primer muerto en Colombia por el virus y hoy el segundo. Los casos de infectados han aumentado
también.
Las autoridades
aseguran que no habrá escasez de alimentos, pero en mi tienda vecina no hay
huevos y no saben cuándo llegan, el precio del limón ha aumentado
considerablemente y por una pechuga de pollo cobran el doble de lo normal en
una tienda de cadena. Esto apenas
comienza.
El día de
ayer hubo motines en los centros carcelarios, muertos y muchos heridos. Piden a gritos su libertad y reclusión
domiciliaria. También da miedo.
Yo,
intento llevar un saludo de fraternidad a mis familiares, a mis amigos, a mis
clientes, en éste momento somos uno luchando por la sobrevivencia.
El
encierro saca cosas de dentro de ti, cosas que se han quedado rezagadas,
sentimientos, cosas que quizás hicimos mal o que dejamos de hacer, con la
esperanza de que luego de que pase todo, si corremos con suerte, podamos
hacerlas mejor. Vamos a salir de ésta muy cambiados, ojalá nos vuelva mejores personas.
Lo que en enero veíamos como un problema sanitario en una
ciudad remota, se ha convertido en una crisis de salud que tiene el mundo en
vilo.
Me siento vulnerable, siento miedo, me pregunto si Colombia
con un sistema de salud tan golpeado por la corrupción tendrá suficientes camas
y atención para los infectados.
La incertidumbre nos lleva a una especie de caída libre.
Rebeca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario