jueves, 26 de marzo de 2020

NUNCA IMAGINÉ.


Marzo 22/2020

Domingo silencioso.

Nunca pensé que me tocaría vivir una cosa de éstas, una pandemia global, el covid 19

Hemos empezado una cuarentena, casi que a nivel mundial y asusta, asusta mucho.

La gente está silenciosa, yo escucho música suave por temor a ofender a mis vecinos, la música siempre me ha ayudado en momentos difíciles.

Las noticias locales no ayudan mucho al optimismo.  Ayer el primer muerto en Colombia por el virus y hoy el segundo.  Los casos de infectados han aumentado también.

Las autoridades aseguran que no habrá escasez de alimentos, pero en mi tienda vecina no hay huevos y no saben cuándo llegan, el precio del limón ha aumentado considerablemente y por una pechuga de pollo cobran el doble de lo normal en una tienda de cadena.   Esto apenas comienza.

El día de ayer hubo motines en los centros carcelarios, muertos y muchos heridos.  Piden a gritos su libertad y reclusión domiciliaria.  También da miedo. 

Yo, intento llevar un saludo de fraternidad a mis familiares, a mis amigos, a mis clientes, en éste momento somos uno luchando por la sobrevivencia.

El encierro saca cosas de dentro de ti, cosas que se han quedado rezagadas, sentimientos, cosas que quizás hicimos mal o que dejamos de hacer, con la esperanza de que luego de que pase todo, si corremos con suerte, podamos hacerlas mejor.  Vamos a salir de ésta muy cambiados, ojalá nos vuelva mejores personas.
 
Lo que en enero veíamos como un problema sanitario en una ciudad remota, se ha convertido en una crisis de salud que tiene el mundo en vilo.

Me siento vulnerable, siento miedo, me pregunto si Colombia con un sistema de salud tan golpeado por la corrupción tendrá suficientes camas y atención para los infectados.

La incertidumbre nos lleva a una especie de caída libre. 

Rebeca.

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