Cineasta entusiasta ¡ Pero eso ya Uds. lo saben. Tengo mis épocas para todo, hay un tiempo para cada cosa.....
Hace algunos años vi ésta película de la que les quiero hablar hoy, quizás algunos no la hayan visto. La vi algunos años atrás, como les comenté, pero en éstos días la pasaron por TV cable, tarde en la noche, y aún así la vi nuevamente y capté cosas que quizás no había captado en la primera vez.
Lucy, una buena historia de ficción que nos habla de tráfico de drogas, poder y ordenadores, sin perder el hilo conductor claro y definido.
Se me viene a la cabeza una pregunta filosófica : Porqué el ser y no la nada?el paso de una cosa a otra, del vacío a la inmensa cantidad de elementos en el universo. Fue la voluntad de un ser creador o se opta por decir que simplemente fue así, sin causa ni motivo más allá de la necesidad. Todos éstos misterios están grabados en nuestros componentes más básicos. Surge la conciencia y nada más fortuito que la aparición de la conciencia en el conjunto del universo.
El problema es que la vida es demasiado grande, demasiada información para nuestras conciencias limitadas. Pero que pasaría si despertáramos hasta el último rincón de nuestra capacidad cerebral, si sacáramos el 100% de ese superordenador? En eso se basa la película, una poderosa idea.
Todo es tiempo y espacio y entre esos dos ejes se juega la vida misma aunque hay uno que parece llevarse todos los reflectores. Lo que realmente importa está en el tiempo. El todo, en efecto, es una cuestión de tiempo.
En el marco de la teoría de la evolución y de tantas ideas filosóficas en cuanto al tiempo y la conciencia aparece un problema paralelo pero relevante : El de la singularidad. Las religiones hablan de muerte y de locura si desarrollas conciencia, por eso este tipo de conocimiento se susurra, se intuye y se nos da en pequeñas dosis, porque de lo contrario, como las drogas, sería la destrucción.
Y que somos frente a lo eterno? El sentimiento de criatura nos llega de golpe y todas las ilusiones que tanto nos esforzábamos por construir para sentirnos únicos y especiales, se desmoronan, la apuesta por el conocimiento en éste caso, devora la parte emotiva de Lucy, dejando ver que la singularidad está precisamente en esa dimensión pasional con la que nos vinculamos al mundo.
La pertenencia y la diferencia son manifestaciones de un apego emotivo a las cosas que si desaparece deja paso de ser una partícula de polvo más en el conjunto a la conciencia.
Yo pienso que si alguna vez llegásemos al 100% de nuestra capacidad cerebral, nos sentiríamos unidos al universo, pero no como parte, sino como el mismo universo y tiempo y espacio carecerían de sentido.
No me queda más que invitarlos a verla y a reflexionar, abrir la mente y a comunicarnos con el universo.
Dios conmigo, contigo.
Rebeca.
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