Sentir el silencio interior es una experiencia profundamente
transformadora.
Hablar es una válvula de escape, un sistema de seguridad
necesario para no entrar en los límites de la locura cuando la presión externa
es excesiva.
Cuando el silencio interior deviene, quien lo experimenta
entra en armonía con el universo.
Microcosmos y macrocosmos se funden en una sola entidad. Lo
observado y el observador se diluyen en la más pura observación. Entonces, no
hay nada más que hacer, ni ningún lugar a donde ir… O, tal vez sí. No importa.
Ocurrirá lo que tenga que ocurrir, pero todo sucederá desde la espontaneidad
natural que emana de tal estado. Una espontaneidad que impregnará de
autenticidad nuestros actos.
Así pues, conecta con tu consciencia de ser y permite que el
silencio interior sobrevenga de manera natural. No lo busques, mejor
encuéntralo. Y sucederá. Pues, no se trata de algo ajeno a tu naturaleza: eres
silencio. La parte más nuclear y auténtica de tu ser está conformada por
silencio.
La mente es muy sutil. Sabe de nuestros juegos y anhelos.
Conoce nuestros juguetes y preferencias. Sabe cuando juegas a la meditación y
pretendes la “cesación de las fluctuaciones mentales”. Es entonces cuando
comienza a jugar contigo… y se calla. Mientras, tú crees que te has iluminado,
o que estás en las proximidades de ello.
La mente se ríe de ti y de
tus ilusas suposiciones, pues está esperando a que suene la campana para proseguir
su incesante parloteo. Mientras que tú te lamentarás al comprobar que no era
iluminación lo que creíste experimentar, sino una trampa más de la mente, y
añorarás el tiempo de pseudo–silencio que ya pasó.
El
silencio auténtico es interior y nace de tu alma. Brota todo el tiempo sin
cesar como agua fresca de manantial. Así pues, aunque hables, pienses, llores o
rías, te proyectes en tus emociones o estés sumergido en la acción… siempre hay
silencio. Tan sólo se trata de saber captarlo, de sintonizar con él.
Sin
embargo, la mente manda. Por ello, utilizar técnicas es recomendable, siempre y
cuando no se caiga en su laberinto y con ello se despierte la intención de
querer probarlas todas, resultado de una mente caprichosa dominada por el
centro emocional. O bien, intentar obtener algún tipo de perfección moral, o
realizar ciertas acrobacias corporales… La mente siempre está dispuesta a
adherirse a algún tipo de concepto o idea, y mejor aún si se trata de un reto.
A nivel personal puedes
estar naufragando entre oleadas de emoción, y sin embargo puedes escuchar cómo
en el fondo de tu corazón brota un silencio inspirador que hace que retomes el
timón de tu nave y que, aunque vayas con lágrimas en los ojos, porque hay
ocasiones en que lo natural es llorar, sepas y puedas reconducir la embarcación
al puerto adecuado.
Hay situaciones en que es
preciso elegir entre lo fácil y lo correcto. Esa elección, para que sea
adecuada, ha de emerger desde el fondo del alma. ¿Cómo saber que realmente
estás ahí? Porque experimentas el silencio interior. Esa es la referencia.
Tal silencio es como un
aroma, como un sabor. Una vez que hueles el sándalo ya no tienes dudas sobre
cómo es, lo has experimentado. Podrá haber aromas similares e incluso mejores,
pero no será sándalo. Lo mismo ocurre con esta calidad de silencio, una vez que
lo experimentas no queda lugar a la duda. Y lo más importante, te servirá de
referencia interna para sucesivas ocasiones.
Conecta con tu alma.
Siente a tu ser. Experimenta el silencio interior que brota constante como un
manantial. Eso eres. Has llegado a casa.
Rebeca.
Fuente: La red.
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