Mamá.
Una enorme
nada desde que mamá se marchó. Un enorme vacío.
Hace muy
pocos días y parece una eternidad.
Recordarla duele, ahoga, y un nudo recorre la garanta queriendo por
momentos sofocar, pero respiro, pero ahora todo es distinto.
La vida
sigue, ella siempre nos lo decía, y si, sigue, pero ahora es más triste desde
que ya no nos puede abrazar.
Nunca la
vamos a olvidar, siempre tan alegre, no importaba nada, ella siempre tenía una
broma o un comentario jocoso en medio de las conversaciones.
Cada uno
de nosotros sus hijos, seguirá con su vida, recordando su alegría, sus
consejos, sus regaños.
La llevaremos en el alma.
Antes de
partir me hizo un pedido especial, me pidió que de una de sus pijamas, le hiciera 11 cojines. El día de su aniversario de bodas, 75 años,
bodas de brillantes, que los cumplió en enero 6 del presente, nos entregó a cada
uno de nosotros el pequeño cojín con sus
palabras “Para cuando me quieras abrazar y ya no esté.” Todos sonreímos, pero de una manera triste, pues
sabíamos muy adentro que se estaba despidiendo.
Ella, tan
buena y santa que fue toda su vida, se ganó sus alas y se marchó, pero vivirá
por siempre en cada uno de nosotros como un hermoso recuerdo.
Guardaremos
su risa y la dejaremos sonar cuando el silencio nos la haga recordar.
Abril 3-1925 / Junio 18-2020
Q.E.P.D.
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