domingo, 28 de enero de 2018

CUANDO ESCRIBO.



Cuando escribo…. ¿Para quién lo hago?  ¿Por qué lo hago?

Siempre me planteo esa pregunta y siempre tomo la momentánea decisión de dejar de hacerlo y hacer cosas más “útiles “.  Pero al tiempo, vuelvo y caigo. Me perdono.  Porque lo hago?

Como niña preguntona, dejaré de hacer preguntas y permitiré  que la realidad sea como sea.

No escribo para mí ni para nadie, simplemente miro mi interno y lo saco a lo externo, algo así como una arqueología de mi psiquis.

Quizás nadie lea una sola de mis letras, tal como pasa con tantas buenas novelas que quedan entre el polvo y el olvido ó como tantos escritos sobre mundos interiores, mundos insospechados que a nadie le interesan.

A veces es como una necesidad de dar a luz hechos, palabras, cosas que llevas dentro y deben salir y otras veces, escribes porque sí, por impulso, sin causa, tan solo por poner un poco de luz a algún habitáculo sombrío de tu mundo.

A veces se escribe a personas en concreto, a un entorno, o a alguien que está dentro de ti, es como levantar casas y en lugar de ladrillos utilizas palabras.

En ocasiones se escribe a alguien especial, un interlocutor en la distancia, alguien quien diriges el dardo de la palabra y se forman pequeñas conversaciones interiores que pueden terminar en poesía, que si no fuera para esa persona en especial, perdería su encanto, su belleza, su alma, así esté muy bien construida.

Por ejemplo hoy, una mañana de domingo, nublado… (Algo que definitivamente me inspira), puedo decir que mi prosa tiene una brújula que me llevará a lugares muy lejanos, otros horizontes lugares insospechados en el mundo de lo escrito.

Para quien escribo y porqué, lo sé, pero no lo digo para que no pierda el encanto, ya que a la postre lo que interesa es que el lector dé su respuesta, ya que leer es el anverso de lo escrito.

No hace falta que lo entiendas, deja que trascurra como lo hace la corriente de un rio, escucha.  Nada más.

Rebeca.

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